La historia de la ciudad en redes sociales

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La Dirección del Museo Histórico ha implementado una forma de contar la historia de la ciudad ante la pandemia y los que no la conocen todos los días tienen datos relevantes de la historia de Gesell.

La Dirección del Museo Histórico de Villa Gesell te cuenta la historia de la ciudad a través de las redes sociales y desde hace unos días atrás comenzó a contar datos relevantes del camino de Villa Gesell en el Facebook “museo histórico Villa Gesell”. a diario las publicaciones se van renovando, donde se cuentan historias que marcaron a la ciudad en el desarrollo de la misma, en una propuesta que impulsa a seguir conociendo Villa Gesell y más aún brindando información a aquellos que no la conocen por completo y para seguir fomentando la rica historia que hay detrás de lo que es hoy la ciudad fundada por Carlos Idaho Gesell.

En la jornada de ayer, la Dirección del Museo decidió contar la historia del paso por las playas geselinas de Ernesto “Che” Guevara, quien posee una estatua mirando al mar en paseo 107 y playa, con el aporte del escritor y periodista Juan Ignacio Provéndola y la foto de la escultura realizada por el artista Leonardo Castellani.

La historia
En enero de 1952, Ernesto tenía una preocupación más urgente que el ejercicio de la medicina en leprosarios, la guerrilla en Sierra Maestra o la revolución marxista en Cuba. Lo único que le interesaba era llegar a Miramar para reencontrarse con su novia y proponerle casamiento. Tenía en ese entonces 23 años, estudiaba Medicina y venía de una familia cuyos apellidos ilustraron las altas alcurnias de la aristocracia criolla. Aunque era un buen partido, su compañera rechazó el ofrecimiento, horrorizada. Su pretendiente se le había aparecido en una moto desbordada de bolsos y artefactos, untado en tierra y junto a un amigo, proponiéndole comenzar en ese momento una Luna de Miel sobre dos ruedas por América Latina.

La idea se le había ocurrido a Alberto Granado, hermano mayor de un amigo suyo. Ernesto acababa de realizar un viaje de 4.500 kilómetros por el norte argentino a bordo de una bicicleta con motor y quedó alucinado con esta nueva propuesta. Granado, que se había recibido de bioquímico, estaba ajustando su Norton ES2, una moto de 500 cc, 29 caballos de fuerza y una velocidad máxima de 150 kilómetros por hora. Se pusieron de acuerdo y arrancaron juntos desde San Francisco, Córdoba, el 29 de diciembre de 1951. “El viaje fue seguido de acuerdo con los lineamientos generales con los que fue trazado: la improvisación”, admitió el Che, tiempo después. Llevaban de todo: mantas, ropa, lonas, sogas, cadenas, palas, picos, calentadores, batería de cocina e incluso armas.

Aunque el primer destino era Miramar, la parada inicial del viaje en el que comenzaría a irrumpir la figura el Che se produjo en Villa Gesell. La decisión estribó en que, casualmente, uno de sus veintidós tíos estaba veraneando en una casita sobre la Avenida 7, casi llegando al Paseo 107 (la única construcción en toda la cuadra), y eso les aseguraba alojamiento y comida al cabo de las primeras largas horas de viaje.

“Sacamos cuenta sobre los mil doscientos kilómetros recorridos, los más fáciles, y sin embargo, los que ya nos hacen ver con respeto la distancia. No sabemos si llegaremos o no, pero evidentemente nos costará mucho, esa es la impresión”, reflexionaba Guevara en Villa Gesell. El relato, con fecha de enero de 1952, sería publicado en “Mi primer gran viaje”, compendio de los diarios personales que el Che escribió durante aquel periplo iniciático por Latinoamérica y que luego inspiró la taquillera película “Diarios de motocicleta”.

“El viento fresco llena los sentidos del ambiente marino, todo se transforma ante su contacto”, escribe Guevara en Gesell, como si tratara de describir una epifanía. La estadía duró seis días, entre el 6 y el 12 de enero de 1952. Durante parte del día, los dos amigos rastrillaban las orillas buscando almejas, ya que al Che le habían dicho que arreciaban por la zona. Y así, buscando y caminando por la playa, Guevara y Granado llegaban hasta el norte, donde se internaban en el viejo pinar. Por las noches, el mar ofrecía un espectáculo inmenso. Villa Gesell tenía apenas 300 casas y la naturaleza todo lo dominaba bajo un concierto inimaginable. En 107 y playa la escultura de Leonardo Castellani recuerda y rinde homenaje al Ernesto “Che” Guevara
Nota: Juan Ignacio Provéndola