El geólogo madariaguense vive desde hace más de 30 años en Europa. Actualmente, junto con su esposa Veronique y su hijo Lucas, residen en Lyon
Desde allí, nos relatan cómo desarrollan sus profesiones, y nos cuentan los detalles del confinamiento en tiempos de pandemia:
“Hoy domingo iniciaremos la séptima semana de confinamiento en familia: Véronique, nuestro hijo Lucas (20) y yo (63), en nuestra casa de Lyon en Francia. Véronique es profesora en la Universidad de Lyon, y yo en la de Ginebra, en Suiza.
Ambas universidades se cerraron completamente desde hace seis semanas pero como estamos en medio del semestre de primavera inmediatamente pasamos a dar clases a distancia. Así que el living y otras habitaciones de nuestra casa se han convertido en salones de clase y laboratorios virtuales! Damos clases por Zoom y tenemos reuniones todo el tiempo con nuestros colegas a través de nuestro ordenador. Hemos tenido que transformar rápidamente todos nuestros cursos presenciales en virtuales, incorporando videos, ejercicios que corregimos a distancia, etc. Los estudiantes en general se han adaptado rápidamente y de forma extraordinaria. El problema más difícil es que tanto Véronique como yo somos geólogos, una gran parte de nuestros cursos se hacen en grupos en el terreno y todo eso es imposible de hacer hasta nueva orden. No habrá tampoco cursos presenciales hasta el nuevo semestre que empieza en el otoño europeo (fines de septiembre) pero seguiremos trabajando a distancia, tomando exámenes, etc. Por supuesto todo esto queda supeditado a la evolución de la pandemia… Suiza es un país pequeño, pero tiene una densidad de enfermos muy grande, una de las más altas de Europa en relación a su población. En Francia, las condiciones de confinamiento son mas estrictas que en Suiza. Por ahora todo está cerrado hasta el 11 de mayo cuando se anunciarán nuevas pautas dependiendo de la evolución de la situación.
Nosotros salimos el mínimo posible de casa, vamos una vez por semana al supermercado y sacamos a pasear a nuestra perra (una setter irlandesa) que necesita su paseo diario por el vecindario. En ambos casos, es necesario tener un permiso que se puede bajar de la red y llevarlo en nuestro teléfono. No puede ser más de una hora en cada caso, y a no más de 1 km del lugar de residencia. En caso de no tenerlo, las multas si hay repetición son considerables, incluyendo la prisión. Por ahora, el uso de barbijos no es obligatorio pero cada vez se ven más en las calle y sobre todo en las tiendas.
Confieso que tenemos la suerte de vivir en una casa bastante grande en la cual cada uno tiene su lugar aparte del privilegio de que, a pesar de estar en el centro, tenemos nuestro propio jardín. Es pequeño para los estándares madariaguenses, pero suficiente para poder ocuparnos de las plantas, estar al sol y hasta hacernos un asadito si el tiempo ayuda.
Mi trabajo normalmente implica muchos viajes. De hecho, desde marzo he tenido que suspender varios desplazamientos por trabajo a la India, Inglaterra, Dinamarca y Polonia, entre otros. La universidad nos prohíbe todo desplazamiento profesional y nos aconseja vivamente reducir todo desplazamiento privado, que no sea fundamentalmente necesario. Y todo esto hasta nuevo aviso….la realidad es que hoy por hoy nadie sabe cuanto va a durar. Tanto en los medios como en las redes, una de las preguntas que más se hace aquí la gente es ¿Aprenderemos algo de todo esto? Creo que una cosa que estamos asimilando como sociedad es que los efectos de ignorar datos, no reconocer las primeras señales de advertencia y no invertir en estar preparados ante la eventualidad de situaciones como la del Covid19, puede tener consecuencias desastrosas. Mantener el planeta y nuestra población mundial saludables depende en gran parte de tener una información científica confiable, apoyo mutuo y acciones colectivas. Todo esto va, en algunos casos, a contracorriente de ciertas medidas preconizadas por algunos autoproclamados “líderes mundiales”. Esta semana que pasó celebramos el 50 aniversario del Día de la Tierra en una situación que nos está dando algunas lecciones inesperadas y difíciles a todos los ciudadanos y gobiernos del mundo… Pero al mismo tiempo, ¡mostrando lo que realmente se necesita para mejorar la salud del planeta!
Debemos aplicar estas lecciones a nivel mundial, y continuar haciéndolo bien una vez que esta crisis de salud pública haya pasado. La salud del planeta y la prosperidad de la humanidad así lo exigen. Soy naturalmente optimista y desde mi lugar de trabajo estoy convencido que la comunidad científica global está preparada para la tarea, y lista para construir juntos un futuro más brillante. Debemos hacerlo posible todos juntos y el rol de nuestros gobiernos, particularmente los de las grandes potencias mundiales, será fundamental para lograrlo