Vivir con miedo en La Plata

Vecinos de distintas localidades exigen respuestas ante una ola delictiva que no da tregua en la región y el resto de la provincia de Buenos Aires.

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En La Plata, al igual que el resto de la provincia de Buenos Aires, la inseguridad se convierte en una rutina temida. Los hechos violentos se multiplican, los barrios se organizan, y el miedo comienza a formar parte de la vida cotidiana.

Vecinos de zonas como El Peligro, Arana, Sicardi y Correas ya no viven tranquilos: se movilizan, reclaman, alzan la voz. Pero también se sienten ignorados ante la falta de respuesta absoluta por parte de las fuerzas policiales. Si bien realizaron reuniones, la inseguridad continúa.

Frente al destacamento policial en Ruta 2 y 223, los habitantes de El Peligro se autoconvocan para exigir medidas concretas. Allí se reúnen con autoridades policiales y representantes del Ejecutivo provincial. La tensión es evidente. El enojo también. Los vecinos relatan robos reiterados, entraderas violentas y patrullajes casi inexistentes. Tras la reunión, reciben una promesa: se reforzarán los operativos con móviles. A pesar de eso, se van sin certezas.

En la zona de 183 y 36, un hecho refleja la desprotección absoluta. Delincuentes ingresan a una vivienda que iba a ser entregada a inquilinos en apenas cuatro días. Se llevan todo: termotanque, bomba de pileta, artefactos del baño, salamandra e instalación eléctrica completa. No solo roban, también destruyen. Los propietarios quedan devastados.

En 5 y 94, dos motochorros interceptan a una joven en plena calle. La amenazan con un destornillador y le quitan su moto Gilera Smash. En 123 y 602, otros dos ladrones hacen lo mismo con una madre y su hija de 8 años. Las esperan frente a su casa, las apuntan con un arma y se llevan una mochila y una Honda Wave. El miedo se instala, incluso, en el trayecto más cotidiano: volver a casa.

Mientras tanto, vecinos de Arana, Sicardi y Correas vuelven a marchar. Ya no creen en las promesas. La respuesta oficial llega con la voz del secretario de Seguridad municipal, Diego Pepe, quien anuncia la instalación de la primera cámara monitoreada en la zona y el refuerzo con la Policía Rural. Sin embargo, las movilizaciones seguirán cada 15 días, afirmaron los frentistas. “No hay descanso. Tampoco hay paz”, aseguraron.

En cada reunión barrial, en cada grupo de WhatsApp, en cada calle con poca luz, hay una frase que se repite: “Estamos cansados de vivir con miedo”. En La Plata, la inseguridad dejó de ser una excepción. Ahora, es el estado habitual de miles de familias que solo quieren algo básico: vivir en paz.