La tregua inflacionaria fue breve. En marzo, los precios al consumidor volvieron a acelerar en la provincia de Buenos Aires, encendiendo la preocupación de comerciantes y economistas. Según mediciones de centros de estudios bonaerenses, La Plata registró una suba del 2,6%, mientras que en Bahía Blanca el aumento llegó al 2,9%, marcando un cambio de tendencia respecto a los meses previos.
La presión inflacionaria, que el Gobierno nacional aseguraba haber domado, empieza a recuperar protagonismo en la economía cotidiana de las familias. “Éramos pocos y volvió a subir la inflación”, ironizan comerciantes platenses, que sienten el impacto directo en las ventas.
Pero no todo se explica por factores internos. A la compleja dinámica local se suma el efecto de la guerra comercial que desató el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, contra varias potencias económicas. La imposición de aranceles y las tensiones globales afectan las cadenas de valor y elevan los costos de insumos importados, que terminan trasladándose a los precios finales.
Mientras tanto, la incertidumbre se extiende. Los analistas anticipan que la tendencia alcista podría mantenerse en los próximos meses, presionando aún más sobre el poder adquisitivo de los bonaerenses y complicando la frágil recuperación del consumo.
