Las redes sociales y sus construcciones

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El presente ensayo pretende, más que arrojar ciertas luces de interpretaciones intelectuales, es reflexionar sobre unos de los formatos más abstractos, complejos y predominantes de construcción social; las redes sociales.

Podría decirse que en la actualidad es casi imposible no estar ligado de alguna u otra manera a internet, las mismas relaciones personales del entorno de un sujeto, conlleva a que sufra un aislamiento si no tiene redes. Digámoslo de otra forma; el sujeto en su constante interacción y desenvolvimiento de la vida cotidiana queda de lado de una realidad paralela, por lo que se produce una “espiral social”. El término anterior deviene de una ilustración por parte de Noelle Neumann, la cual desarrolló la concepción de “teoría espiral del silencio” la autora plantea cómo las personas adaptan su manera de comportarse a las opiniones predominantes en su contexto social sobre cuáles conductas son o no aceptables.

Retomando lo hegemónico, la  “espiral” determina cómo los individuos bajo una sensación de presión por un entorno social ingresan al mundo de las aplicaciones sociales, digamos que un sujeto quedaría totalmente aislado de una sociedad y realidad virtual que no es totalmente real. Por lo tanto la opinión predominante en el contexto actual es: tener redes sociales. Sobre esta noción se apoya este ensayo.

Situándonos sobre una concepción concreta de “construcción social”  dos autores importantes para la creación de esta noción son; Berger y  Luckmann ; “el construccionismo social, por lo tanto, el mundo social está conformado por conversaciones, concebidas como patrones de actividades conjuntas, similares a los juegos. Así, desde que nacemos, estamos incluidos en determinadas pautas de interacción social”.  Los autores conciben la vida cotidiana como una realidad intersubjetiva, esto es, compartida con otros; consideran que la interacción “cara a cara” como la más importante de las experiencias de interacción social, porque de ella se derivan todas las demás relaciones interpersonales.  Pero todo ese universo simbólico, de la multiplicidad de interpretaciones que puede llegar a tener un sujeto sobre una conversación, está siendo sustituido por la constante multiplicidad de signos y del mundo de instantaneidad que nos ofrecen las redes.

El lugar que ocupan hoy en nuestras vidas distintas aplicaciones como, Facebook, Instagram tal vez son los pilares inamovibles y fundamentales de comunicación, de prácticas sociales, de producción social y también de una abundante producción y divulgación  de conocimiento.

Las redes sociales, pueden ser el ejemplo (en la actualidad) más contemporáneo y acertado de lo que Platón  entendía sobre lo que “conoce” un sujeto, el filósofo griego creó el mito de la caverna para mostrar en sentido figurativo  de que nos encontramos encadenados dentro de una caverna, desde que nacemos, y cómo las sombras que vemos reflejadas en la pared componen aquello que consideramos real.

Podemos decir que las redes sociales son nuestra caverna, ¿que es realmente lo que conocemos?, si lo que sabemos es una mera interpretación subjetiva de otros mundos conformados por dispositivos sociales, que a su vez crean una interacción abstracta y simbólica. ¿Que tan bueno es ese mundo simbólico de ideas y nociones estereotipadas que son parte fundamental de nuestra vida?.

La problemática de las construcciones dotadas por internet, son los tipos de identidades que se hacen visible, creando así diferentes estereotipos y arquetipos  sobre personas.  Ya que como decía Manuel Castells ;”la identidad se está convirtiendo en la principal, y a veces única, fuente de significado en un periodo histórico caracterizado por una amplia desestructuración de las organizaciones, deslegitimación de las instituciones (…)es cada vez más habitual que la gente no organice su significado en tomo a lo que hace, sino por lo que es o cree ser”.

Chiringuini en una de sus explicaciones maestras expresaba que las identificación implican un proceso de aprehensión y reconocimiento de pautas y valores sociales a lo que el individuo “adscribe”, La identidad deviene de lo colectivo a lo particular, la cual también circula en la ambigüedad del subjetivo, la identidad individual se constituye a partir de la identidad social de un grupo específico de pertenencia.

Pero volvamos, si la globalización de las redes sociales influyen en el  proceso de identidad, por su capacidad de construir realidades paralelas, la subjetividad de un individuo está atada  a dispositivos sociales y culturalmente ligados a las relaciones de fuerza que es el mercado. Y el mercado social-cultural del marketing  tiene en su haber la capacidad de legitimar comportamientos e identidades.

En otras palabras las construcciones sociales al fin y al cabo, no en todas sus variedades, terminan imponiendo a largo plazo arquetipos de identidad sumamente estereotipadas.